Por: Rosa Campusano
Nathalie Brito es la primera de su familia en formar parte del prestigioso Instituto Politécnico Loyola (IPL), inclusión que ella describe como un honor que llevó consigo una transformación profunda y resonante en su vida, con la cual se encendió un fuego “donde la curiosidad se transforma en conocimiento y la pasión en propósito”.
Para Nathalie Patricia Brito Santos, Loyola es “un viaje de autodescubrimiento”, en el que tras terminar el bachiller técnico en Electrónica Industrial, mención Digital, su corazón inquieto la llevó al Instituto Especializado de Estudios Superiores Loyola (IEESL), graduándose como ingeniera en Redes y Telecomunicaciones y, mediante el convenio de la Institución con el Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio (Inafocam) y la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), realizó el postgrado en Informática y Comunicaciones para la docencia, por lo que ella tiene bien claro que “no hay límites para lo que quieras ser o hacer”.
“Mi mayor aprendizaje en Loyola fue entender que no hay límites para lo que queramos lograr. Con fe, esfuerzo y la guía adecuada, todo es posible. La filosofía del magis -siempre el dar lo mejor de uno mismo en cada situación- es algo que aprendí en Loyola y que me impulsa en cada aspecto de mi vida”, expresó Brito.
Siendo la primera de su familia en entrar al IPL, Nathalie reconoce que su entusiasmo sirvió de ejemplo para su hermana menor en quien se encendió una chispa de conocimiento que la hizo ingresar al Técnico en Agronomía: “verla seguir su sueño, crecer y florecer en su campo, ha sido una fuente de alegría y orgullo inigualable. La influencia de Loyola en nuestras vidas es un regalo, y la gratitud y admiración que siento por lo que hemos logrado es un testimonio del poder de la educación, la ambición y el amor que encontramos en Loyola. ¡Qué orgullosa estoy y estaré siempre!”.
Sobre la pregunta de cuál ella cree ser la mayor fortaleza del IPL, dijo: “es su compromiso inquebrantable con la educación integral. No solo buscan que sus estudiantes sean técnicamente competentes, sino también personas con un corazón compasivo y una mente crítica. El ambiente en Loyola promueve la curiosidad, la innovación y, sobre todo, la humanidad. La espiritualidad y la vocación de servicio son la columna vertebral de la Institución”.
Esa espiritualidad encontrada en el IPL la hace atesorar los buenos momentos que vivió con la Pastoral: “lo que más atesoro de mis años en Loyola, más allá de la excelente educación técnica, es todo lo vivido en la Pastoral "San Alberto Hurtado", un fuego que enciende otros fuegos. Los campamentos y las experiencias compartidas en la Pastoral me brindaron una familia extendida y dejaron huellas imborrables en mi corazón”.
Actualmente Nathalie se desempeña como docente del IEESL, función con la que busca encender en las generaciones futuras ese fuego que reconoce inculcó Loyola en ella.
“En Loyola se inculcan valores y se fomenta una actitud de entrega y generosidad. Es un lugar donde los corazones y las mentes se educan de la mano, preparando a los estudiantes para una vida llena de significado”.
Al concluir esta entrevista la joven ingeniera agregó que Loyola es más que “una institución educativa para mí; es una familia, un hogar que me moldeó en la persona que soy hoy. En lo profesional, me ofreció las bases sólidas y la confianza para alcanzar mis metas. En lo personal, me enseñó el valor de la empatía, la solidaridad y el servicio. Loyola está en cada paso que doy, en cada decisión que tomo, en cada persona a la que ayudo”.